martes, 24 de noviembre de 2009

Cuando la luna abandona su letargo


Cuando la luna abandona su letargo, tus ojos hace rato que pregonan un nuevo día…
Y no lo saben lo mas sabios, y no lo anuncian los mas vivaces; solo me deleito yo; que cada madrugada a mi lado, te gozo y vivo, sin censuras ni clamores.
Con oficio de madre, acunaste mi regocijo, rindiéndome tu pecho para cebar mis quimeras y colmarme de suficiencia.
Me procuraste pasión, tarareando las nanas que mis recuerdos, abandonaron en la inocencia más temprana de mi deshabitada niñez.
Te me antojas a cada minuto, como cuando nutrias mis ensueños con el jugo de tus senos, intimando con mis apetencias más capitales.
La luna se agita; ya no guarda turno. Tapándose comunica la mañana, como en la vida cumplió, desoyendo tu autoridad sin vacilamientos ni disimulos, pretendiendo regalarte, a la distracción de un artificioso amanecer.
Quiero desgarrar la insistencia de lo igual; morir de la desgana y aferrarme a lo distinto; agraciarte de lo excelente y derretirme hasta diluirme en tus anhelos.
Ya no caminan las gentiles imágenes por mi lucidez, ya no afloran los esbozos de la hembra que un día intimé.
Molestaré a la luna y le haré saber; que tu piel no hay nadie mas que yo, que pueda tentarla, y que no habrá amanecer mientras tus ojos no adviertan de mi existencia. Que lleguen a sus oídos mi juramento y que le aprovechen de escuela mis voces.

Guarda animo sin turbación, que las aguas de la lluvia, volverán a resbalar a tu umbral.

3 comentarios:

  1. Me gusta, solo una pega, estan muy rebuscadas las palabras diria yo. Quizas deberias de haber sido mas simplre en la escritura y abria tenido mas pegada, pero por lo general me gusta, tiene mucho sentimiento lo que has escrito.
    Un saludo

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